Empecemos por aclarar algo, antes de meterme en honduras: una acción como la de los controladores (llámese huelga encubierta, falsas bajas medicas o abandono puro y duro de su puesto de trabajo) no es aceptable de ninguna de las maneras.
Nada, ni el exceso de trabajo, ni la falta de personal, ni la presunta ineptitud del Gobierno a la hora de gestionar este problema, antes, durante y después de su estallido, nada, en definitiva, justifica algo como lo que hemos vivido desde la tarde del viernes hasta hoy y que ha afectado a cientos de miles de personas de forma directa y a otros muchos miles más de rebote.
Vale. Ya está dicho. Era una acción inaceptable…
Ahora, estudiemos los motivos.

Me he entretenido en leer artículos de la otra parte, en concreto, una carta reproducida por Rincon Hamijo y extraída, al parecer de Foro Coches, y una entrada de Controladores aéreos y otras hierbas, blog que firma Cristina Antón, en la que anoche había más de 5.000 comentarios, evidentemente también con insultos de todo calibre hacia su colectivo.
Os dejo un par de frases suyas:

«No nos dejan hablar en la tele ni salir en los periódicos, porque al Gobierno no le interesa que se conozca nuestra versión. Sólo tenéis la suya (…) Recortarán vuestros derechos cuando y cómo les dé la gana; nosotros sólo hemos sido los primeros, luego iréis los demás»

Se puede o no estar de acuerdo con ellos, pero me parece imprescindible leer lo que dicen.

También me ha llamado la atención un extenso, pero bien escrito y documentado artículo de Bloguionistas, en el que un usuario, guionista él, atrapado en el aeropuerto de Londres-Stansted, ofrecía una reflexión imprescindible.

«Que en España, en el año 2010, haya empleados públicos trabajando 28 días al mes; sin permisos de maternidad; con cambios de turno arbitrarios y sorpresivos; haciendo más horas extra de las que permite la ley; teniendo que trabajar 1.670 horas al año independientemente del tiempo que estén de baja… es para hacer un documental»

Este bloguero cita, a su vez, otra bitácora, Sinergias sin control, que concluye:

«Es sorprendente que hayamos llegado a una situación así de extrema. Es una medida necesaria, pero es triste que este Gobierno no sepa tomar medidas antes de que pasen las cosas, incluso sabiendo que van a pasar».

Parece evidente que faltan controladores y que Aena, la empresa responsable de ello, no quiere o no puede formar a más gente o contratarla.

Como dice el guionista:

«Llevo 24 horas largas en este aeropuerto. Estoy cansado, ojeroso y contracturado. Pero cuando me monte por fin en un avión, quiero pensar que la persona que le da pista no es un tipo alienado, amenazado, insultado en la televisión y sometido a disciplina militar. Quiero que sea un tipo cualificado, bien pagado, bien dormido y orgulloso de su trabajo.»

Ahora todo parece estar ¿bajo control? Militar, eso sí.
Y en este peliagudo punto es donde me parece que ha metido el dedo en la llaga el editorial que Vicent Partal ha escrito en Vilaweb:

«No se puede poner a un civil bajo jurisdicción militar sin poner en peligro la democracia.»