Hace un par de días, Antonio Banderas se nos aparecía en TVE, en el programa 59 segundos. Me cae bien el actor malagueño, aunque me gustaba más en su época ochentera,
junto a Pedro Almodóvar, cuando rodó Matador, La ley del deseo, Mujeres al borde de un ataque de nervios y ¡Átame!. Pero es un tipo resultón y efectivo tambiém en su actual etapa norteamericana. Esta tarde, sin ir más lejos, zapeando entre las películas de sobremesa, me le he encontrado por partida doble. En Cuatro protagonizaba El Cuerpo, y en Telecinco, Déjate llevar. Para quienes no las hayan visto, las resumo en cuatro frases. En la primera, una guapa arqueóloga judías descubre en Jerusalén una tumba con los huesos de un hombre crucificado, que podría ser Cristo. Banderas encarna al improbable jesuita enviado por Roma para investigar un caso que puede dar al traste con la fe de medio mundo. Eso sí, en medio de las intrigas políticas vaticano-israelís, hay un palestino (el terrorista de turno) que intenta fastidiar la fiesta. En la segunda, Banderas interpreta al profesor de bailes de salón Pierre Dulaine, conocido en EEUU por ayudar con sus clases a chicos conflictivos. Ninguna de ellas ha optado a un Oscar y Joaquín R. Fernández, por ejemplo, le da un palo en La Butaca. Pero como ustedes comprenderán, amados lectores, ambas son de ese tipo de películas que ayudan a hacer la siesta.
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