Ya existen las bases para un nuevo Gobierno de acuerdo y progreso en Catalunya. Hay quien, desde el bando estrictamente nacionalista, se ha quedado frustrado porque no ha habido un pacto entre ERC y CiU.
Por ejemplo, Vicent Partal, en una carta abierta en Vilaweb, se sentía dolido con los políticos nacionalistas: «El futuro político inmediato es más confuso que nunca. Y veo que los políticos que me representaban, de partidos diversos, no saben, no pueden o no quieren cambiar de rumbo. Claro está que hay matices y que no todos son iguales y que hay actitudes mucho más graves que otras. Pero como colectivo, en conjunto, no tengo la menor duda que los políticos nacionalistas hoy no son capaces de hacerme sentir cómodo con mi voto, con mis preferencias o con mis actitudes. Y no por esto dejo de ser lo que soy».
De todas formas, la misma carta, un poco más abajo, añadía: «El país no está enfermo (…) el futuro del país, su salud, no depende de nadie que no semos nosotros. Hoy no sé a quien designa este ‘nosotros’, a cuánta gente representa, pero sé que hay mucho trabajo por hacer y que no nos podemos permitir el lujo de cruzarnos de brazos y rendirnos, por más desilusionados que estemos».
Es evidente que cada cual siente su país –unos, Catalunya, otros, el País Vasco, los de más abajo, España– según su corazón…
Yo defiendo la posibilidad de que en este Gobierno sean prioritarias las políticas de izquierda por encima de las de Esquerra, si se me permite el juego fácil… O sea, políticas para los pueblos y su gente por encima del lugar dónde haya nacido esta gente. Y pienso que lo que une a estos tres partidos (PSC, IC y ERC) es precisamente esto: unas políticas de izquierda, de progreso….
Y no estoy seguro de que esto hubiera sido posible con un acuerdo estrictamente nacionalista.