No me entra en la cabeza, no puedo comprender qué lleva a un chaval –porque, ¿qué es un joven de 20 años?– a llevar una bomba en el cinturón, en la mochila, y hacerla estallar en medio de otra gente, matándose a sí mismo.
Si el islam no es eso, no puede ser eso, ¿qué les estamos haciendo a estos chicos para convertirles en fanáticos, en mártires de su religión?
Relegados en su incultura y olvidados en su pobreza, entre la patera y Al Qaeda, quizá no les estamos dejando otra salida.