Anoche tuvimos en casa un hartón de llorar, con la continuación de Ventdelplà, el serial más seguido en Catalunya. No soltamos el pañuelo en toda la hora.

Como ya sabrán, señores, en el último capítulo, justo antes de Navidad, los guionistas nos dejaron helados: a Benet (Fèlix Pons) le pegan tres tiros por defender a David (Ramon Madaula) de unos sicarios, y a este se lo cargan con una bomba lapa adosada en los bajos de su coche. ¡Qué mala idea!
Por eso me viene al pelo lo que comenta Ferran Monegal al final de su columna en El Periódico:

«Cuesta creer que la gran preocupación de España sea el final de ese Duque del culebrón Sin tetas no hay paraíso (Tele 5). Pero reconozcamos que la cadena ha sabido vender el producto con una efectividad incluso superior a la que consiguen Navidul o Gallina Blanca en los supermercados. Dos finales, en noches consecutivas. En uno, muerte. En el otro, felicidad. Consecuencia: doble recaudación en caja. Alegría en Carrefour, Eroski y Caprabo.»

Pues algo parecido debió pasar anoche en Catalunya con Ventdelplà.
Lo dicho: ¡qué mala idea! Y todo, seguramente, porque que Pons tiene alguna obra de teatro entre manos y no puede compaginarla, y Madaula estará de gira con El libertino o rodando la segunda parte de La Mari. Aunque, pensándolo bien: ¿se atreverán nuestros guionistas a encolomarnos otro final y resucitar a los dos fiambres?