Esta foto de J.L. Pino (Efe), publicada hoy en casi todos los diarios, muestra el inicio del juicio contra dos presuntos miembros de ETA, Asier Arzallus (izquierda) e Iker Olabarrieta, en la Audiencia Nacional.
Son los supuestos autores del atentado perpetrado el 19 de febrero de 2002, en Sestao, contra el joven dirigente socialista vasco Eduardo Madina.
Lo que me asombra, al igual que en otros juicios similares, es su sonrisa.
Un amigo me ha explicado que es una risa nerviosa: «Los meten en una jaula como si fueran una atracción de feria… En estas condiciones no me extraña nada que no pidan perdón ni a Dios».
Cuando le he dicho que yo no creo posible que el proceso de paz iniciado en el País Vasco llegue a buen puerto sin que estos chicos (y muchos otros) borren la sonrisa de sus caras cuando están frente a sus víctimas, que es una cuestión necesaria para que estas últimas puedan iniciar el camino del olvido y del perdón, mi amigo me ha respondido: «Quizás, pero esto no tiene relación con el proceso de paz, sino con un posterior proceso de reconciliación nacional».
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