Este fin de semana hemos estado en Sort… Podía hacer el típico juego de palabras (sort/suerte), pero no es necesario. 
Decía que habíamos ido al Pallars y no para comprar lotería…

Queríamos visitar a unos amigos y ascender hasta el cercano lago de Sant Maurici, pero ya puestos nos hemos acercado a La Bruixa d’Or, la famosa administración de Xavier Gabriel, un chiringuito que le está dando tanto dinero que tiene una tienda de productos oficiales, una fundación y hasta se permitirá el capricho de viajar al espacio. 
No me había preocupado de comprar un décimo hasta que la familia te dice aquello de «y no has comprado lotería para Navidad».
Pues no. No había pensado en ello.
Después de desayunar en el hotel, piensas que quizá la familia tiene razón, que has de pagar ese peaje.
Es temprano y ya que nos acercamos a comprar el diario, pasamos por delante de la puerta de La Bruixa. 
Unos minutos antes, un autocar con personas de la tercera edad ha dejado su carga cerca del hotel y, en mi ingenuidad, pienso que se disponen a desayunar fuerte, como es costumbre en la comarca.
Pero no. Han ido corriendo a hacer cola frente a La Bruixa, que abre a las 10 de la mañana. Hasta verlo no me podía imaginar que hubiera esa colas enormes para comprar un décimo.
Quizá debería haberlo puesto entre admiraciones: ¡enormes colas!
No nos quedamos. Marchamos de excursión, a disfrutar del espléndido día que hacía.
Por la tarde, después de comer, hice un segundo intento. Infructuoso. De nuevo la cola se alargaba en más de cien personas.
Finalmente, hacia las 8 de la tarde, unos minutos antes de que La Bruixa echara el cierre, solo quedaban seis o siete personas frente al mostrador. Fue el momento de comprar un par de décimos.
Pero cuando solicité un número acabado en 13 –ya ven que no soy supersticioso; más bien al contrario–, la respuesta fue: «No tenemos números acabados en 13. Nunca. No los queremos».