Esta mañana, al filo de las 8.30 de la mañana, he visto en televisión una entrevista entre dos grandes comunicadores catalanes: Joaquim Maria Puyal, el entrevistado, y Josep Cuní, director de Els matins de TV-3, el magacín matinal de mayor audiencia en Catalunya (por encima de los de las cadenas generalistas españolas, que no pueden con este gran profesional en la demarcación catalana).
Es curioso que en Madrid, ombligo del mundo periodístico, no se contemple a estos y a otros grandes comunicadores del resto del Estado. Es su problema. Aquí, les escuchamos. Son un ejemplo de lo que es la televisión pública, y de lo que deberían ser las privadas.
Ambos han protagonizado algo más de media hora de entrevista que deberían poner a cualquier amante del periodismo, del buen periodismo, e inexcusablemente a todo estudiante de esta profesión.
Como ambos hablaban lógicamente en catalán, algo que quizá pueda echar para atrás a los lectores castellanohablantes, os traduciré algunas cosas.
Dualidad entretenimiento y periodismo.

«Es una trampa enorme que nosotros digamos que hay espacios de entretenimiento. En televisión no hay programas de entretenimiento, la televisión es entretenimiento. Entretener no es de ninguna manera un objetivo, es una condición. Quien no sepa entretener, que no se ponga, tanto si ha de hablar de noticias, de cultura, de espectáculos, de toros, de humor, de niños o de la tercera edad. Como ya damos por supuesto que entretendremos, es entonces cuando podremos dar contenidos de interés. Si en cambio situamos el entretenimiento como un objetivo, como un género, y nos limitamos a entretener, atrapamos a la gente, la tenemos entretenida, pero no le damos a cambio interés. Y es entonces cuando su inversión en comunicación es muy poco rentable. Fracasamos y, además, les hacemos perder el tiempo.»

Cuní incide: «Pero entretienen con unas finalidades muy diferentes Eduard Punset y Belén Esteban».
Puyal niega:

Es que Belén Esteban no tiene condiciones de interés; en cambio Eduard Punset, sí.

Cuní apostilla: «Pero tiene mucha más audiencia…»
Puyal despeja:

«Esa es otra historia; también gana más dinero el dueño de los McDonalds que Ferran Adrià. No tiene nada que ver. O es que tu y yo caeremos también en la trampa de la audiencia.

Cuní: «No, yo no caigo en esa trampa. Pero quiero saber tu punto de vista sobre estas contradiciones que mueven la industria de la televisión en este momento.»
Puyal afina:

«Es que este es el gran problema. La industria de la televisión se mueve por unos parámetros, como los de la audiencia, como los de la cuantificación; sus propios medios divulgan que los progamas más vistos son los mejores, y nadie valora a la gente que, con materiales de calidad, intenta hacer programas de audiencia, y hay una visión pervertida de la realidad, que se escampa por todos los sitios, nadie la cuestiona y así vamos. Pero eso no quiere decir que eso esté bien y que no haya capacidad de corrección, que existe.»

Y sobre las teles públicas y privadas:

«A los negociantes de la televisión privada les interesa destruir la pública y que esta salte como una bala donde sea. Y esta aspiración es inmoderada y, por lo tanto, ilegítima en este planteamiento. Los negociantes de la tv privada se olvidan de un aspecto que contempla la ley: la televisión es un servicio; y también la televisión privada es un servicio y también les afecta a ellos.»