Ayer comentaba el hecho de que los protagonistas de las acampadas de Sol y, parcialmente, de la plaza de Catalunya hayan desmontado sus tiendas.
Pero eso no significa que dejen su movimiento, su «indignación». Hoy mismo siguen, en Barcelona, por ejemplo, con una marcha que pretende llegar al parque de la Ciutadella y montar allí mañana, día 15, una cadena humana «para evitar que los recortes entren en el Parlament».
En una carta dirigida a los diputados, el colectivo les dice:

«Según el artículo 80 de su reglamento no se podrá tomar ningún acuerdo si no hay suficiente quórum en el hemiciclo. Es por ello que pedimos a su grupo parlamentario que ese día no se presente a la sesión parlamentaria y boicotee los recortes. Más allá de siglas y pactos, os pedimos individualmente a cada uno de los diputados, si son conscientes de lo que supondrán los recortes para la mayoría de la población, ese día no vaya al Parlamento. Si viene y nos encuentra a las puertas, de la vuelta o únanse a nosotros. Entendemos que las elecciones y el voto no pueden un cheque en blanco para actuar en contra la población. El 15 de mayo salimos a las calles pidiendo una democracia real. Aún la queremos. En un día 135 personas pueden hipotecar nuestra vida durante años. ¡No lo permitiremos!»

El otro día, no recuerdo quién -que algún lector me refresque la memoria- proponía a estos jóvenes que nos están demostrando día a día que la política está más viva que nunca, que interesa, y mucho, que estos indignados se sienten día a día frente a los parlamentos y analicen las propuestas que se cuecen en su interior. Serían parlamentos paralelos donde el debate sería más popular que nunca.
No quiero acabar esta entrada sin recomendaros la lectura de un artículo de Jordi Borja, conocio sociólogo y urbanista eurocomunista.
Se titula Carta de Barcelona: elecciones y campamentos en las plazas, lo ha publicado la revista italiana Il Straniero y lo reproduce Sin Permiso.
Un texto que concluye así:

«Volver a empezar. Es lo que emerge de las actuales movilizaciones. Construir desde las redes sociales y desde las plazas asamblearias, agregar objetivos y demandas y promover acciones descentralizadas, asumir la diversidad de movimientos y desarrollar gradualmente una alternativa política. La actual crisis es reveladora de que el mundo actual nos lleva a múltiples catástrofes. No podemos esperar que las instituciones y partidos cómplices, por acción o por omisión, de esta situación puedan ahora entenderla, enfrentarse a ella y proponer una alternativa. Los movimientos críticos hoy pueden ser más fácilmente entendidos y atendidos por una ciudadanía que espera propuestas. Y avanzarán con ideas nuevas y con mimbres diversos.
Como apuntamos anteriormente los movimientos actuales es probable que vivan un reflujo en las próximas semanas aunque emergerán momentos fuertes de nuevo. Pero se respira otro aire en la calle, las plazas han sido un escenario de «socialización política» masiva. Volverán pronto las acampadas, las manifestaciones y las campañas, las redes llamarán a rebato, aparecerán iniciativas innovadoras y formas de protesta originales. Volverán o como dirían en Argentina «volveremos y seremos millones».