Acabo de enterarme (via Entre cómics) de la muerte de Antonio Segura, uno de los mejores guionistas de la historieta española de los años 80 y 90.
Nacido en Valencia en 1947, de su mano surgieron personajes y series como Bogey, Hombre, Sarvan, Kraken o Eva Medusa, dibujadas por Leopoldo Sánchez, José Ortiz, Jordi Bernet y Ana Miralles, en revistas como Cimoc, Metropol y K.O. Comics.
Álvaro Pons, autor del magnífico blog La cárcel de papel, charlaba con él en esta entrevista, de la que os reproduzco dos de sus respuestas.
Acabo d’assabentar-me (via Entre cómics) de la mort d’Antonio Segura, un dels millors guionistes de la historieta espanyola dels anys 80 i 90.
Nascut a València el 1947, de la seva mà van sorgir personatges i sèries com ara Bogey, Hombre, Sarvan, Kraken o Eva Medusa, dibuixades per Leopoldo Sánchez, José Ortiz, Jordi Bernet i Ana Miralles, a revistes com ara Cimoc, Metropol i K.O. Comics.
Álvaro Pons, autor del magnífic bloc La cárcel de papel, xerrava amb ell en aquesta entrevista, de la qual us hi deixo dues de les seves respostes.
Tus guiones siempre han estado enmarcados dentro de géneros como el negro, la ciencia ficción o incluso los piratas. ¿Te consideras un guionista de género?
-No, lo que ocurre es que cuando trabajas con un dibujante tienes que analizarlo muy bien para tratar de servirle en bandeja de plata lo que a él le gustaría escribir. Leo Sánchez era un enamorado del género negro y creamos Bogey. A José Ortiz le encantaban las historias del oeste y la ciencia ficción y de su cruce nació Hombre. Bernet, después de Sarvan, me pidió una serie donde pudiera disfrutar con un ambiente cerrado, denso, y creamos Kraken. Con Ana Miralles, descubrí que no le gustaba dibujar vehículos, por lo que elegí un periodo histórico sin máquinas.
-¿Cómo ves el mercado del cómic español hoy en día?.
-Agónico. Toutain amaba los tebeos hasta tal punto que seguía publicando sus revistas aún con perdidas. Rafael Martínez es un hombre de empresa mucho más realista y en su momento detuvo sus publicaciones. Gracias a él, una inmensa cantidad de autores han publicado su obra, pero no estaba en la misma teoría de amor al cómic que Toutain. Después, entraron los japos con el manga, dinamitaron el mercado por la baratura de sus productos y terminaron de cavar la tumba a los autores autóctonos. En Francia, por ejemplo, el cómic es un hecho cultural tan arraigado que es impensable que los tebeos desaparezcan. En Italia pasa lo mismo y sus tiradas de 200.000 ejemplares con veinte o treinta revistas publicándose mensualmente da fe de ello. Aunque un editor español intente levantar la industria, descubrirá que el niño empieza a ver al tebeo como un gran desconocido.
Tus guiones siempre han estado enmarcados dentro de géneros como el negro, la ciencia ficción o incluso los piratas. ¿Te consideras un guionista de género?
-No, lo que ocurre es que cuando trabajas con un dibujante tienes que analizarlo muy bien para tratar de servirle en bandeja de plata lo que a él le gustaría escribir. Leo Sánchez era un enamorado del género negro y creamos Bogey. A José Ortiz le encantaban las historias del oeste y la ciencia ficción y de su cruce nació Hombre. Bernet, después de Sarvan, me pidió una serie donde pudiera disfrutar con un ambiente cerrado, denso, y creamos Kraken. Con Ana Miralles, descubrí que no le gustaba dibujar vehículos, por lo que elegí un periodo histórico sin máquinas.
-¿Cómo ves el mercado del cómic español hoy en día?.
-Agónico. Toutain amaba los tebeos hasta tal punto que seguía publicando sus revistas aún con perdidas. Rafael Martínez es un hombre de empresa mucho más realista y en su momento detuvo sus publicaciones. Gracias a él, una inmensa cantidad de autores han publicado su obra, pero no estaba en la misma teoría de amor al cómic que Toutain. Después, entraron los japos con el manga, dinamitaron el mercado por la baratura de sus productos y terminaron de cavar la tumba a los autores autóctonos. En Francia, por ejemplo, el cómic es un hecho cultural tan arraigado que es impensable que los tebeos desaparezcan. En Italia pasa lo mismo y sus tiradas de 200.000 ejemplares con veinte o treinta revistas publicándose mensualmente da fe de ello. Aunque un editor español intente levantar la industria, descubrirá que el niño empieza a ver al tebeo como un gran desconocido.
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