Ha fallecido Michael Jackson y me pasa como con Diana Spencer, lady Di: no siento ninguna emoción especial.
En cambio, sí lamenté, hace unos días, la muerte de Vicente Ferrer. Su pérdida afecta a millones de personas, pero no produce beneficios comerciales a ninguna industria, al contrario de lo que pasará con Jacko: seguro que sus discos desaparecerán en menos que canta un gallo de las estanterías de las tiendas de música y hará ganar dinero a su discográfica después de muerto.
Hay quien dice que Jackson era un genio, un gran letrista y compositor. No lo dudo, aunque no era santo de mi devoción. Su extravagante personalidad tampoco ayudaba.
De todas formas, me he metido en Youtube para ver lo que hacía. En el canal oficial del cantante, he encontrado de entrada su Thriller y me ha vuelto a gustar (un vídeo visto por más de 40 millones de personas), como me gustan algunos de sus otros grandes videoclips, en especial el simbólico Black or white.
Pero creo que es bueno recordar tambien que detrás de ellos había grandes nombres del cine, como John Landis (ahora de capa caída) y Martin Scorsese, autores de esas magníficas peliculitas musicales.
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