He estado pensando en el episodio de Aena y las ensaimadas del aeropuerto de Palma de Mallorca (se puede leer en el Absurd Diari del colega Toni Dalmau). Fue a inicio de esta semana y vino a ser algo así como ahora no te dejo subirlas al avión, porque tienen líquido dentro; ahora sí te dejo, porque la crema no lo es.
Dejémonos de historias: aquí no estamos hablando sólo de protegerno de una amenaza terrorista, que existe, de acuerdo… pero éste no es el motivo principal de la medida.
Ya se sabe que, como pasa en cualquier novela policiaca, para solucionar el misterio, la cuestión es averiguar a quién beneficia… y yo creo que la respuesta es clara: a los duty free de los aeropuertos y al infame servicio de catering de los aviones.
Quieres una botellita de agua: hala, a tirar a la basura la que te habías llevado de casa y a comprar otra una vez pasado el control.
Que quieres unas botellitas de buen vino de las bodegas locales… Pues te fastidias: a pagar el doble en las puñeteras tiendas de dentro.
Así nos va.
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