Acabo de leer el artículo De huevos y lemas, de la psicóloga y escritora Carme Freixa, en su columna Ull de gènere (Ojo de género), en el diario gratuito 20 Minutos.
Entre otras cosas, dice: «Curiosos los lemas relativos a los huevos de los hombres que se corearon por parte de algunas personas en la manifestación de la derecha recalcitrante el otro día en Madrid. Porque me pregunto, ¿Para un hecho tan racional como convocar elecciones, hay necesidad de invocar a los susodichos?»
Lo cierto es que estamos en un país donde la utilización nominal de los testículos por parte de aquellos que quieren imponer su opinión y su poder es habitual.
Su uso, el sábado, en la manifestación del PP es una muestra evidente de incultura y cerrilidad política.
Su uso cotidiano por el machito del corral siempre me ha molestado: es una falta de respeto, de educación. Pura grosería.
Pero, además, el uso de ese término denota mucho más, como en la manifestación de Madrid: una forma concreta, tiránica y violenta, de ejercer el poder en la sociedad, en el trabajo, en la vida cotidiana.
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