La frase puede sonar a tópica y quizás lo sea: viajar es un placer. Pero, además, es conocer otras gentes, otros paisajes, otras culturas.
Por educación –mi época es la del idioma francés en la escuela, no la del inglés– y proximidad, siempre me he sentido atraído por Francia. El sur de Francia era nuestro escape hasta mediados los años 70: político, cinematográfico, cultural…
Hace unas semanas visité una vez más la zona de Carcasona, con su inmensa fortaleza cátara, y Limoux, la capital de ese vino achampañado que llaman blanquette. Un resumen de ese viaje lo publiqué en El Periódico de Catalunya, hace unos días... Si os apetece leer el artículo entero, lo podéis hacer en mi página En Profundidad, donde está la foto y el texto publicados.
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