Paseando por la playa encontré este trocito de madera.
No sé si la naturaleza lo había convertido en un corazón o si alguien lo había tallado con esta forma, pero el suave oleaje de la orilla lo empujaba arriba y abajo, en un vaivén que me recordó lo que muchas veces nos pasa a nosotros y a nuestros nuestros sentimientos.