Después de visitar Carnac, la siguiente visita de nuestras vacaciones por la Bretaña fue Quimper, la capital del Finisterre y el Cornualles francés, con una costa tan recortada como la región de nuestro famoso cabo gallego.
Para llegar a ella tuvimos algunos líos con el GPS, ya que algunas de las nuevas carreteras y autovías no aparecían en los mapas antiguos, pero pudimos dejar el coche junto al río Odet, que atraviesa la ciudad, y pasear por el pequeño cuadrado que configura su casco antiguo.
A diferencia de otras localidades, la oficina de turismo está situada algo a desmano, del otro lado del río Odet, y no en el centro, junto a la catedral o el ayuntamiento. Todo ello puede visitarse en un par de horas, aunque siempre da más de sí si la visita es algo más tranquila y prolongada.
Os dejo un enlace estupendo para que veáis por dónde os podéis mover: Turismo de Finistère.
Por cierto: esta zona tiene una sidra excelente.
En Quimper mismo tienen la destilería-museo de Plessis y muy cerquita, la sidrería Manoir du Kinkiz.
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