Ah, que encantadora confesión la del escritor Noah Gordon, el autor de novelas como El médico, Chamán o El último judío) a Víctor-M. Amela.
Era en La Contra de La Vanguardia de hace unos días, a raíz de la publicación en castellano de su última obra, La Bodega. Amela le preguntaba, no sin cierta ironía: «¿Le ha ayudado a escribir esta novela la libación de alguno de nuestros caldos?»
Y el buen señor admitía: «¡Sí! Con una copita de buen vino tinto me ha ido muy bien; le diré que ha ejercido un efecto muy sutil en mi escritura, casi mágico…»