Cada persona aprende con la experiencia y va configurando y construyendo su personalidad, su carácter, sus ideas y moralidad.
Como periodistas catalanes, además, tenemos a nuestro alcance un Código Deontológico, una declaración de principios de la profesión periodística en Catalunya.
Por todo eso, aplaudo la carta de renuncia que Andreu Buenafuente ha enviado a la asociación de profesionales de radio y televisión de España y con el tono elegante (e irónico, claro está) de su frase clave: «He visto que también recibe un galardón don Federico Jiménez Losantos y eso me demuestra que yo no estoy a la altura. No puedo compararme, ni por asomo, al mencionado periodista».
De la misma forma, y ahora hablo de ética profesional, no me gusta nada la información de algunos medios sobre la muerte de la Érika Ortiz Rocasolano. Son cosas que me ponen triste, como, por ejemplo, los programas televisivos que descuartizan viejos cadáveres con testimonios resucitados.
Realmente, ¿merece la pena?