El jueves por la tarde, mi cuenta de Gmail no funcionaba… ¡Qué raro! Pero es que tampoco iba Google, a secas ni Blogger, ni Youtube.
Me comuniqué mediante Facebook con mi amigo Albert, y ambos constatamos lo peor: ninguno de los grandes y muy populares recursos de internet asociados a Google eran accesibles. Ni siquiera su navegador Chrome funcionaba correctamente (por cierto, el vídeo es el anuncio que Google ha realizado sobre Chrome para su emisión en la tele de EEUU).
Mediante otro buscador –sí, amigos, existen otros–, en este caso el de Yahoo, intenté buscar información, pero ni una referencia, ni un comunicado.
En estos tiempos en que la rapidez marca distancias, el gigante tecnológico fue lento.

Pensé colgar esta entrada de forma inmediata, porque muchas de las cosas que hago en internet están relacionadas con Google, pero esperé.
Hasta ayer, sólo he visto algunas cosas al respecto en la red, como un comentario de Barrapunto que remite a una entrada de Ismael F. Madero, en el blog Historias de Queso, quien después de explicar los hechos y los posibles porqués, llega a unas conclusiones que comparto y que me hacen pensar en la necesidad de alejarnos de este modelo único al que Google nos está llevando.

«Google es ya un monopolio en la vida on line, y un medio fundamental para la subsistencia de muchos en la nube. Una simple caída por varias horas muestra exactamente como Google se ha convertido en el Monopolio 2.0. Internet se rompe si se cae Google.»

Curiosamente, nos enfadamos con nuestro proveedor de internet cuando falla. Como Google es gratuito, nadie tiene las narices de enfadarse con él. ¿Cuánto tiempo habrá de pasar para que sea de pago?