Hace unos días, leía en un blog del diario El Mundo que «para estar a la última, cierra tu blog«.
Era un artículo algo provocador de Sergio Rodríguez en su Catalejo.
Visto con perspectiva, y repasando algunos de los comentarios que le han dejado sus lectores, creo que tiene razón en algunos aspectos y ninguna en otros.

«Es cierto que hace tiempo que dejaron de ser una moda: los blogs, asegura Paul Boutin en Wired, huelen a 2004. Sus argumentos parecen demoledores: hace cuatro años, poner en marcha un blog era una idea brillante; hoy, los informadores profesionales y las campañas de marketing, entre otros, han acabado con la frescura de los blogueros aficionados. Y los que triunfaron en 2004, 2005 o 2006, han hecho de ellos su trabajo, una herramienta promocional o una segunda profesión. Salvo algunas excepciones…»

Este es el párrafo inicial. Y ciertamente, algunos blogueros han cerrado sus blogs… porque ahora tienen otros altavoces donde expresarse.
Es la misma razón, pero a la inversa, que la de la mayor parte de los periodistas: no escriben blogs, porque ya tienen teles, micrófonos o páginas de prensa donde expresarse. 
Yo empecé a escribir esta bitácora en abril del 2005 y ha escrito unas 700 entradas, una cada tres o cuatro días de media. Y lo hago restando tiempo al tiempo, al ocio o al descanso, porque el trabajo es sagrado y no hay que mezclar ambos terrenos. No lo he hecho nunca. No me agobio: si puedo, escribo; si no, pues no pasa nada. En eso consiste un blog: algo personal, a diferencia de eso que llaman «blogs profesionales», que no dejan de ser artículos pagados, publicados en la red, en lugar de en prensa escrita u otros medio.   
Yo encuentro un puntito de felicidad mientras escribo estas líneas, sin pensar más allá. Como mucho, pienso que hay algún lector anónimo al otro lado de la pantalla. A este, a estos lectores, gracias por hacerlo.