Ser de Bilbao y del Athlétic es algo consustancial. Además, ya se sabe, los bilbaínos, nos prestamos a ser protagonistas de todo tipo de chistes, incluidos los que nos dedican nuestros eternos
rivales de la Real (Sociedad, no confundir con el Real).
Salvados en el último tramo de la Liga, con abucheo final a jugadores y a directiva, miro con cierta distancia a mis amigos culés. Siempre sufridores, aguantan con resignación todo lo que les echen y más.
Si lo miro desde el punto de vista del único equipo español que mantiene la fe en la cantera, parece mentira que sean capaces de despreciar el buen trabajo de grandes jugadores catalanes y españoles para, en cambio, fichar con sueldos astronómicos a algunas estrellas de medio pelo y brillo de hojalata.
Entre estos amigos culés hay uno que representa la esencia del aficionado del Barça, el crítico de cine y novelista Alfred Picó, de quien os hablaba hace unos días.
La entrada que ha escrito hoy en su blog, Blai Grana, creo que resume todo el temor y la tristeza ante el batacazo que se ha dado. Es la narración de un culé que prefiere no saber qué va a pasar en el último minuto del campeonato. Si oye petardos y bocinas, sabrá que el Barça ha logrado el milagro y que el Madrid ha perdido. Si sólo hay silencio, la derrota es evidente.
Su título es «Creo que no somos campeones«, y hacia el final escribe: «Ya casi no tengo dudas: no hemos ganado la Liga. Me siento muy triste, pero al menos esta noche no he sufrido. He sido muy disciplinado y mi psiquiatra estará contento».