Después de algunos días en los que el paisaje costarricense hacía superar cualquier deficiencia en el viaje organizado que estábamos realizando, esta entrada constata que el turista ha de intentar que no le tomen el pelo.

Después de un día tan intenso como el dedicado al volcán Arenal, la empresa que nos trasladaba a lo largo y ancho de Costa Rica, nos ofreció una de esas típicas jornadas de transición, camino de Monteverde. Una jornada casi olvidable por diversos motivos. Entre otros, la gestión del tiempo, de los traslados y de las comidas (incluidas o no en el paquete inicial del tour operador), que provocó nuestras quejas.

Podéis seguir leyendo el resto de la historia en esta página.