Hace unos días se estrenaba en salas comerciales ‘Queridos camaradas’, la última película de Andréi Konchalovsky, hermano mayor del algo más famoso y premiado director ruso Nikita Mijalkov, que pasó con cierta discreción por Hollywood, donde rodó filmes como ‘El tren del infierno’ y ‘Tango y Cash’. El filme recrea con seca precisión, en un ascético blanco y negro y encuadre académico, la masacre de Novocherkassk (1961). Con el título de «El desencanto hacia el comunismo de Estado», escribí originalmente este artículo en Nosolocine.
Lo hace a través de la mirada de un cuadro del Partido Comunista local (una espléndida Yulia Vysotskaya, esposa del director), militante nostálgica de estalinismo pero que acaba desencantada cuando sus ideales (y la posible muerte de su hija) chocan con la cruda decisión del Gobierno soviético del ‘aperturista’ Nikita Jrushchov: disparar contra los trabajadores de una fábrica en huelga y eliminar todo rastro de esa masacre.
De ‘Queridos camaradas’ ya ha escrito aquí mismo, en Nosolocine, el amigo José López. Y coincido con él en la admiración hacia esta obra mayor de Konchalovsky, un cineasta que a sus 83 años muestra la otra cara del totalitarismo comunista, ese que los idealistas de izquierdas empezaron a ver años después de esa masacre con la Primavera de Praga y que ahora mismo ponen de relieve las insólitas manifestaciones que se están produciendo en Cuba por motivos bastante similares a los de ‘Queridos camaradas’: la escasez económica y la ceguera de las autoridades ante los deseos de libertad y de poder expresar su oposición al régimen, sin miedo a ser detenidos, apaleados o muertos. Y esto, aún reconociendo que el bloqueo de EEUU hacia la isla es el causante de gran parte de sus problemas.
Desde un punto de vista de los ideales de las izquierdas, en que la democracia popular es aquello a lo que se desea llegar, ¿cómo es posible que los militares que han de defendernos de los tiranos y poderosos, sean obligados a disparar contra el propio pueblo? ¿Por qué las nuevas élites comunistas utilizan el vocablo “contrarrevolucionario” para definir a quienes no comulgan con sus ideas?
La película de Konchalovski nos quita una vez más la venda de los ojos y nos descubre que el comunismo sin democracia ni libertad de expresión es otra forma de totalitarismo represivo. Es el desencanto hacia ese comunismo de Estado en que derivó la extinta Unión Soviética, un sistema político y administrativo que poco tiene que ver con los ideales que pretenden conseguir una sociedad más justa e igualitaria. Unas ideas en las creían los grandes pensadores italianos Antonio Gramsci, Palmiro Togliatti y Enrico Berlinguer, y los comunistas que lucharon contra el franquismo y por traer la democracia a España.