Un grupo de críticos y especialistas de cine acaba editar en castellano la revista francesa Cahiers du cinéma, una publicación histórica, legendaria, mítica para cualquier amante del buen cine.
Presentada ya en Madrid y Valencia, y en los quioscos desde este pasado viernes, día 11, será mañana, lunes, 14 (19.00 horas), cuando lo haga en la sede de la Filmoteca de Catalunya, en Barcelona, por parte de su director, el veterano crítico Carlos F. Heredero, junto con el realizador Isaki Lacuesta y los también críticos Àngel Quintana y Domènec Font.
Dejando al margen disquisiciones sobre su oportunidad, algo en lo que los lectores tendrán la última palabra, lo cierto es que este Cahiers plantea una serie de interesantes reflexiones sobre la crítica de cine, sobre su actualidad y necesidad.
En este sentido, quiero citar algunos párrafos de tres artículos.
El primero, de Ángel Quintana: «No nos hallamos ante el final de una época, sino al inicio de un periodo extraordinario, en el que escribir sobre cine es un modo de levantar acta de una de las más profundas y fascinantes mutaciones de la cultura contemporánea» (…) «la tarea crítica no debe convertirnos ni en publicistas de los estrenos de la cartelera, ni en apóstoles de lo exótico».
La segunda reflexión, acerada, corresponde a Diego Galán: «La reputación de la crítica está en horas bajas (…) Ahora, los montajes publicitarios ahogan cualquier opinión independiente, y la voz del crítico es imperceptible (…) ¿Dónde están ahora la confrontación de opiniones, la información solvente, el análisis fílmico? A fin de cuentas, una crítica enriquecedora aporta un punto de vista distinto».
Como es lógico, y así lo señala Galán, la crítica ha de ser legible: «Hay críticos de prosa confusa, que envalentonados con el privilegio de su tribuna olvidan el destino último de su trabajo: informar al lector. Y hay críticos con buen estilo literario, aunque ideas pobres».
La tercera reflexión procede del editorial escrito por Heredero y Jean-Michel Frodon: «El ejercicio de la función crítica no estará limitado (…) a las películas que se estrenen en las pantallas comerciales (…) Nuestra mirada se dirige hacia el conjunto de expresiones del universo cinematográfico. Y tiene la voluntad de ser una mirada radical, comprometida y razonada (…) porque, como decía Baudelaire, (…) la crítica debe ser parcial, apasionada, política».