El título refleja lo que nunca te explican claramente en las agencias. Nuestro avión de Air Europa hacia Madrid sale de Barcelona a las 7 de la mañana del sábado 12 de julio y el que nos llevará a Costa Rica, de la compañía Air Comet , tiene prevista su salida a las 11.45 horas.
Hay que restar horas: hemos de estar en Barajas hacia las 9 de la mañana y en El Prat, hacia las 5.30 horas, así que hay que levantarse hacia las 4.30 de la mañana…
Nos damos una duchita para despejarnos y tomamos un taxi. No hay demasiada gente en nuestro mostrador, pero el aeropuerto bulle ya de gente. Parece mentira, pero somos muchos los que volamos a estas horas, y no vestimos de Puente Aéreo.
Hemos de facturar las maletas. Es la parte más pesada, porque has de recogerlas luego en Madrid, para volver a facturarlas. Mejor así que te las pierdan antes de empezar el viaje en sí. Pues bien: como se les medio extravía una de un pasajero, el avión sale con un cuarto de hora largo de retraso. Empezamos bien. Menos mal que el sol empieza a brillar y no se ve ni una nube en el horizonte.
Barajas
Al aterrizar en Barajas nos despertamos del duermevela que iniciamos tras el despegue. Esperamos un (típico y tópico) largo rato para recoger las maletas en la terminal 2 y nos dirigimos hacia la 1, desde donde sale la compañía Air Comet.
Llegamos frente a sus taquillas y nos indican que ya podemos embarcar el equipaje. Nos giramos y vamos hacia la cola, que parece escueta… Falsa alegría: el resto de pasajeros han dejado una brecha entre una larguísima cola y los mostradores de embarque para no taponar el pasillo por donde circulan los otros pasajeros del aeropuerto.
Una larguísima hora más tarde podemos desembarazarnos de las maletas e ir a desayunar, con las tarjetas de embarque en nuestro poder.
A la hora prevista nos acercamos a la sala de embarque, pero terminamos por salir una hora y media más tarde de lo previsto, hacia las 13.30. Mentalmente hacemos cálculos y empezamos a pensar que quizá no será posible ver el centro de San José algunas horas.
Dentro del avión
En el avejentado aparato llevamos las piernas encogiditas por unos asientos bastante justitos. Comemos un par de veces y paseamos arriba y abajo por los pasillos de la aeronave. Los pipís, los necesarios, porque uno de los lavabos se ha atascado al cabo de tres horas, y hay que hacer cola.
Tras ocho o nueve horas de vuelo, el capitán anuncia que haremos una breve escala técnica en Jamaica para repostar combustible. Añade como causa que hemos tenido que sortear la cola de un huracán y que hay una fuerte tormenta sobre San José.
¡Joder! ¡Un huracán! Cuando hemos salido de España no había ninguna noticia al respecto y mira que hemos mirado las Meteo de diferentes países de la zona.
Echo una ojeada a la revista de la compañía, donde aparecen los diferentes modelos de avión de Air Comet , y lo cierto es que en el que volamos no tiene la autonomía suficiente para realizar todo el trayecto de un tirón. ¿Nos estarán engañando un poquito?
Fumigados
Antes de aterrizar en Jamaica, nos fumigan a todos: órdenes del Gobierno jamaicano para todos los aeroplanos que llegan a la isla, no vaya a ser que les llevemos alguna plaga en forma de insectos. No nos dejan levantar de los asientos, aunque sí desabrochar los cinturones de seguridad: si se incendia el combustible que nos están poniendo en los depósitos del avión, habrá que salir pitando… si da tiempo. Bueno, todos nos lo tomamos con humor y aplaudimos a la tripulación cuando finalmente aterrizamos en el aeropuerto Juan Santamaría .
Aterrizaje
Son las 5 de la tarde (1 de la madrugada hora española) y hemos estado en el interior del avión unas 12 horas.
Cuando finalmente salimos del aparato, una bocanada de aire cálido y húmedo nos da la bienvenida a Costa Rica. Quizá ha llovido, porque hay algunos charcos, pero el calor ambiental parece incompatible con la lluvia, más fría en España.
Tras la ceremonia de la recogida de equipajes –¡no nos han perdido las maletas!–, varios empleados de Mundicolor nos dirigen hacia un autocar, que nos espera en el exterior y nos acerca a un hotel a medio camino entre el aeropuerto y San José.
El hotel
Es el Best Western Irazu , aséptico y funcional.
Al bajar del autobús ya es de noche. En este país se rigen por el horario solar: a las 6 de la mañana ya es de día y 12 horas más tarde, de noche. Nos separan 8 horas de desfase con España.
Al preguntar por la capital tica, alguien señala que es fea y poco segura al caer el sol, así que, cansados, descartamos acercarnos a San José.
Tenemos apetito y, como el restaurante del hotel destila un cierto aroma de burger gringo, atravesamos la calle y tomamos un emparedado y una ensalada.
Son las 9 de la noche, hora tica, cuando caemos rendidos en la cama.