Jordi Évole acaba de dejar a su hijito en casa y llega a la entrevista en transporte público, «la forma más rápida de llegar aquí», admite.
Tras jugar pacientemente con los elementos que le hemos preparado para la sesión fotográfica, El Follonero se muestra encantador y cercano, pero su verbo sigue siendo lúcido y afilado.
–¿Cómo entró usted en la tele?
–Como espectador de Buenafuente. Es que yo, antes de ser un trabajador de Andreu, fui un fan suyo. Yo admiraba todo lo que hacía, como El Terrat en radio o cuando hacía el Sense títol en TV-3. Luego pasé a ser uno de sus guionistas y, con el tiempo, me convertí en su follonero particular, en su detractor en el plató. Y ese proceso me hacía mucha gracia, era muy esquizofrénico. Cuando empecé con él en La cosa nostra (TV-3), en el 2000, nunca imaginé que acabaría haciendo un programa yo solo. Y menos con el personaje con el que me he hecho un poco popular, sacándole los trapos sucios y las verdades a Buenafuente. Si me lo hubieran dicho cuando empecé con él no me lo hubiera creído.
–¿Cómo perfilaron el personaje?
–Es que el personaje surgió por casualidad, porque un actor tenía que venir a hacer mi papel y pidió 300.000 pesetas de la época. Entonces Andreu me dijo: «Va, sal tú, que lo harás gratis». Yo solo había hecho algún cameo en algunos gags y había participado como figurante en otro programa de Toni Soler. Pero Buenafuente lo vio, le hizo gracia y pensó que podía hacer este papel. Yo no me veía capaz, pero me dijo que lo probara un día. Y mira, hasta ahora.
–¿Estaba planteado para un solo día?
–Yo pensaba que después de hacerlo un día, no lo volvería a hacer más. Pero estábamos en la lectura de guión del siguiente programa y fue Andreu quien dijo: «¿Y el Follonero? ¿Cuándo sale en el guión?» Y nosotros le dijimos: «No… Si ya no sale». Y Buenafuente: «No, no. Inventaros algo y que salga. Y a partir de hoy no quiero saber nunca más lo que me vas a decir». Yo creo que eso daba una frescura a ese momento, que se notaba y traspasaba la pantalla. Por eso, cuando empezábamos a tener el toma y daca en directo, no sabías nunca quién iba a ganar. A veces él era mucho más rápido en la réplica y a veces tenía yo mi día de suerte y podía contrarrestar su gracia. Pero ese momento de improvisación, de no saber cómo podía acabar esa historia, tenía una potencia y una subida de adrenalina muy fuerte. Al menos para mí, que no era actor profesional y nunca me imaginé haciendo ese papel, y menos frente a Andreu, que siempre me podía soltar una ironía suya y quedarme yo con la boca cerrada.
–¿Cree que los famosos necesitan a un Pepito Grillo como el Follonero?
–Es que hasta el Follonero necesita su follonero, porque a veces, cuando estás muy metido en lo tuyo, no tienes la perspectiva necesaria y es muy sano que haya alguien que tenga esa visión periférica y que desde fuera te pueda decir que estás haciendo lo mismo que hacía otro o que te estás repitiendo. Y no solo en el mundo de la tele, sino en la política, la empresa… Estaría muy bien que los que mandan tuvieran detrás a alguien que les pusiera los pies en el suelo.
–¿Qué hay de Follonero en usted?
–Ummm. Seguro que hay bastante. Lo que pasa es que a mí me ha ido muy bien tener este personaje, incluso como terapia. Muchas veces no te atreves a decir lo que piensas, por miedo a quedar mal, y gracias a este personaje a mí me han dado licencia para decir lo que pienso. No siempre me ríen la gracia, ni mucho menos. Pero a mí me va muy bien poder sacar todo lo que llevo dentro…
–¿Significa eso que usted, al contrario que el Follonero, se siente tímido?
–Sí, la verdad. Aunque reconozco que cada vez me cuesta más ponerme rojo. Yo antes era una bombilla. Ahora, desde hace unos dos años, reconozco que me cuesta más ruborizarme. Quizá la cara se me ha hecho más dura o las terminaciones nerviosas, menos sensibles. Por esta razón creo que consigo disimular la timidez cada vez mejor.
–Encuentre diferencias entre dos palabras cercanas: Salvados y Sálvame.
–Ja, ja, ja… Pues que Jorge Javier Vázquez es mucho más guapo que yo y que Belén Esteban tiene una vida mucho más apasionante que el Yoyas. De momento a nosotros no nos ha llamado ningún Defensor del Menor. Pero desde aquí hago un llamamiento a este señor para que mire con lupa nuestro programa, a ver si puede meternos una denuncia o algo, porque está visto que hoy en día, en televisión, va muy bien que el Defensor del Menor se meta con tu programa o con lo que tú haces en él, porque a los de Sálvame les está dando un resultado espectacular. En televisión todo el mundo hace lo que puede para tener espectadores y audiencia. Y cada uno tiene unos valores éticos, que no son ni mejores ni peores que los demás, pero que son los suyos. Nosotros aplicamos los de la provocación, intentarnos colar por las pequeñas rendijas que te deja lo políticamente correcto, para hacer algo alternativo.
–¿Qué prepara para este domingo?
–Con Salvados tenemos la suerte de que cada programa es una película diferente y nos tenemos que reinventar. Es una suerte y una desgracia, porque no tenemos un esquema fijo. Y eso que parece que a la gente le ha gustado a nosotros nos cuesta sudor y lágrimas tener cada semana un programa diferente. Por ejemplo, el primer programa lo vamos a basar en el concierto Paz sin fronteras, que darán Juanes, Miguel Bosé, Luis Eduardo Aute, Victor Manuel y otra gente en La Habana, el día 20 [el pasado domingo, para el lector]. Nos vamos a Cuba, a grabarlo. Somos unos afortunados porque, si mal no recuerdo, somos el primer programa no informativo que consigue un visado para estar en Cuba y poder grabar durante tres días.
–¿Pero usted qué piensa hacer allí?
–Voy a ir a cantar La camisa negra, de Juanes, que es la canción que me robó el corazón en su momento, y Nena, de Miguel Bosé, que también es un clásico de nuestro tiempo.
–¿Qué otras novedades prepara?
–Tengo muchas ganas de estrenar una nueva sección, titulada A tu costa. Hemos pensado en juntar formatos muy parecidos y que están funcionando muy bien en la tele (Callejeros viajeros, La noche mix, Comando actualidad, Españoles en el mundo). Los hemos reformateado y nuestro reportero, Santi González, ha salido a la calle para que la gente nos explique su vida. Como no son vidas muy apasionantes ni espectaculares, hemos decidido comprarles con 10 o 20 euros para que se inventen una vida mucho más apasionante y televisiva que las que tienen en realidad. Y también tenemos a Fernando Ortiz, que es el cuentachistes que cierra cada programa.
–¿Y qué ha ido a hacer a Paterna?
–¿Cómo lo sabe? Pues hemos ido a Paterna, porque este año ya ha empezado todo el mundo y nosotros vamos a ser los últimos. Durante este tiempo he ido viendo los fichajes de otra gente y yo no he fichado a nadie. No tenemos presupuesto. Claro, es un programa de calle, basado en las ideas… Pero me dije: hay que reforzarse. Está de moda. Lo que ha puesto de moda Florentino Pérez en este país es fichar a galácticos. Y yo me ido directamente a fichar a alguien que hacía tiempo que no hacía televisión y pensé que igual tenía ganas de hacerla. Y esa es la princesa Letizia. Así que fuimos a Paterna a hacerle un ofrecimiento de colaboración en nuestro programa, una sección de cinco minutos. Y bueno en eso estamos, en negociación, a ver si lo acepta o no. Y ya que estábamos allí, le ofrecimos al príncipe Felipe una cámara para que grabase sus viajes y hacer así un Príncipes en el mundo.
–Ahora que ya tiene un programa propio, ¿se ha acabado el Follonero en Buenafuente?
–No, no. Con Andreu tengo una relación casi paternofilial. Él es el padre, obviamente por la edad, y yo soy el hijo, que ha de volver de vez en cuando a la casa del padre, que es el plató de Buenafuente. Aprovecharé, eso sí, para rapiñar algo de cátering de la nevera y llevármelo a casa, a ese pisito de soltero que es Salvados. Pero nos seguiremos viendo, seguro.
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