Este pasado fin de semana viajábamos en coche hacia el Pirineo de Lleida.
Era un trayecto largo y, tras buscar en la guantera, encontramos un disco de Ismael Serrano, un cantante de esos que heredó lo bueno de los mejores cantautores españoles y cubanos.
Cuando sonó esta canción, pensé primero en mis padres, pero luego corregí mi pensamiento hacia mi generación, esta a la que ahora ya nos llaman «papás» y «abuelos», los que contamos, una y otra vez, batallitas de luchas y sueños a nuestros hijos y nietos.
Yo soy de los que sigo creyendo que hay arena de playa bajo los adoquines…